16 de noviembre 2016
La fórmula mágica del éxito existe, solo que cada quien tiene que encontrar la suya.
¿Cuáles son los ingredientes que hacen la diferencia entre una noche bonita y una noche especial? Compañía agradable, ambiente acogedor, una rica cena, buena música... todos estos son elementos que se pueden conseguir en muchos sitios. Sin embargo, para encontrar la combinación perfecta, en Antigua hay que buscar un poco más.
Entre nuestros favoritos, uno se destaca en particular: El restaurante Las Palmas en la 6a. Avenida, detrás del Parque Central. El servicio es amable, la comida es deliciosa y luego siempre está René con sus amigos o un cálido grupo de salsa que nunca fallan de transmitir alegría y buenas vibras con excelente música en vivo.
Nos cuenta René que hallar la receta ganadora le costó más de lo que quisiera admitir. Pero no cabe duda que desde que la encontró Las Palmas está volando alto.
DA: ¿Cuántos años llevas con Las Palmas?
René: Yo compré el lugar en en el 2003, pero su historia remonta a principios de los 90. En ese entonces se llamaba Van Gogh y lo fundó una chica americana que se llamaba Susan. La pobre perdió su vida algunos años después por un acto de violencia en Petén.
Era un hotelito muy sencillo de tres habitaciones y de comida solo servían sandwichitos y café. Susan era muy alegre y aquí siempre había fiestas. Cuando falleció se quedaron con el hotel su hermana Teresa y su socia Sharon, que le cambió el nombre de Van Gogh a Las Palmas debido a que Sharon había vivido en las islas Canarias.
DA: ¿Y tu cuándo entraste en el escenario?
René: Acababa de mudarme de los EEUU después de haber vivido allí durante muchos años. En 1973 había sufrido un serio accidente de motocross y me llevaron a Berkeley para operarme. Después de mi convalecencia me puse a estudiar y me gradué en ingeniería de sistemas. Luego me contrató IBM, una cosa llevó a otra, me casé y me quedé allá.
A finales de los noventa mi vida y mi situación familiar había cambiado drásticamente y decidí regresar a Guatemala. Sin embargo, Guate no me gustó para nada, ya no era como la recordaba y así me vine a La Antigua.
El destino quiso que me involucrara en el mundo de la música y grabé un disco con Jorge, un artista cubano muy talentoso que me enseñó muchísimo. Más tarde Jorge se volvió muy famoso como pianista de Gloria Estefan.
Pasaron los años, Sharon regresó a los EEUU y en el 2003 Teresa me ofreció Las Palmas. Yo no sabía nada de hoteles pero según Teresa lo único que había que hacer era ser buena gente con los clientes. Eso sí sabía hacer. Por un año manejamos el hotel juntos. El lugar era bastante desastroso pero poco a poco cambié muchas cosas y al final lo compré.
Aunque mi situación financiera no fuera rósea, de alguna manera logré mantener el hotelito a flote. Durante tres años no tomé ni un día libre. Las Palmas era mi vida siete días a la semana. Yo era todo, de mesero a administrador. Con el tiempo me compré un carrito y ya no dependía de la bendita camioneta. Finalmente podía darme el lujo de ir de compras a Guatemala por mis propios medios. En el 2004 decidí convertir el sitio en un restaurante.
DA: Me enteré que hubo un tiempo en que aquí pasaban cosas raras.
René: Ni me hables de eso. En el 2004 los meseros empezaron a contarme que veían espantos. Al principio no les presté mucha atención. Sin embargo, muy pronto empecé a tener dudas. Una mañana abrí el restaurante - que yo mismo había cerrado la noche anterior - y encontré todos los cuadros en el piso. Incapaz de encontrar una explicación lógica decidí ignorar el asunto y los volví a colgar. Otro día, el hijo de unos clientes entró al baño y al rato salió corriendo y gritando. Relató que había visto una mujer en el espejo, pero que al darse vuelta había desaparecido. Lo escalofriante es que, de su descripción, no puede haber duda que la mujer que vió era Susan, la primera dueña del local que fue asesinada en Petén a mediado de los noventa.
Pasó el tiempo y siguieron sucediendo cosas raras. Algunos empleados no aguantaron y tiraron la toalla. Una noche estaba por cerrar el local y como siempre apagué la música. Di la vuelta y me alejé unos pasos, cuando de repente volvió a empezar la canción, exactamente donde había apagado el CD. "Qué raro", pensé. Así que lo volví a apagar, primero "Stop", luego "Power". Me fui y a los pocos segundos volvió a empezar la música. Ahora sí se me paró el pelo. Dije "Bueno Susan, ya te entendí pero ahora, música o no música, cierro y salgo corriendo". El silencio ya no se rompió esa noche y Susan terminó con sus bromas poco después.
DA: ¿Las Palmas es muy exitoso ahora. ¿Ha sido así desde que lo convertiste en restaurante?
René: Para nada. La crisis económica se manifestó con toda su fuerza en el 2010. Llegó al punto que tuve que decidir si cerrar el lugar o invertir el último dinero que me quedaba. Opté por invertir y transformamos el restaurante en lo que es ahora. A pesar de eso y contrariamente a las expectativas, el local seguía vacío. Cada semana hacíamos cambios y nos inventábamos promociones, pero la gente no llegaba y el gasto era enorme.
A los seis meses de estar invirtiendo dinero sin resultados, ya estaba perdiendo la esperanza. Pero de repente empezó a llegar gente. Desde ese entonces, afortunadamente el local da buenos resultados y se llena casi todos los fines de semana. La combinación de bar y restaurante está funcionando ya que los dos ambientes se complementan muy bien.
DA: ¿Cuál es la esencia de Las Palmas?
René: Yo diría que es buena música y buena comida en un ambiente acogedor. Y todo eso con un buen servicio y precios accesibles.
Esto no quita que el elemento más importante del restaurante es el personal. Afortunadamente, yo tengo buena mano cuando se trata de emplear profesionales. A cargo de la cocina tengo al chef Erick, que es el responsable del menú, de las compras, del personal, de todo relacionado a la cocina. Erick trabajó como sous-chef en Casa Santo domingo. Es muy creativo y organizado y está consciente de la responsabilidad que carga en sus hombros. Los demás muchachos en la cocina también tienen años de experiencia en hoteles. Juntos forman un excelente equipo. Hasta que los clientes estén felices con la comida yo les doy mano libre. César, mi administrador, es un genio con los números y tiene todo bajo control.
Sin embargo, a pesar de todo eso, aquí no pasa un día sin que yo no venga al restaurante. Yo soy muy generoso con el personal pero al mismo tiempo soy muy exigente.
DA: Asumo que el menú está bien pulido, ya que no hemos visto muchos cambios desde que seguimos Las Palmas.
René: Así es. En el transcurso del tiempo se han cristalizado los platos que se venden bien, sobre todo la carne y las pastas, y no hay razón de cambiar un menú exitoso. Tenemos únicamente dos o tres platos de cada categoría, y eso es suficiente.
DA: ¿Qué tan importante es la música para el éxito de Las Palmas?
René: La música es un elemento fundamental del local. Eso se refleja en los cuadros colgados en la pared. Ahí están todos los personajes que en mi opinión han tenido un impacto importante en el mundo de la música: Jimmy Hendrix, Jim Croce, Johnny Cash,Jim Morrison, Bob Marley, Eric Clapton, Carlos Santana, Tito Puente y otros más. Esos cuadros se los encargué a Joél, un artista local que tiene su galería en la salida de la Antigua.
Todas las noches hay alguien tocando en Las Palmas. Viernes y sábado es salsa a partir de las 21:30 para que los comensales puedan conversar. Entre semana, normalmente toco yo con mis amigos, más que todo música de fondo. A veces pasan por aquí músicos extranjeros. Muchos de ellos son buenísimos y los invito a tocar. Así que siempre hay una buena vibra en Las Palmas.